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Actuar siempre con honradez profesional.
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Tratar siempre desde el profundo respeto físico, emocional y espiritual a los animales y a sus cuidadores.
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Acompañar siempre en amor y sin juicio alguno tanto al animal como al humano.
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Asegurar siempre la privacidad y confidencialidad de las comunicaciones, mensajes y tratamientos.
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Respetar siempre las directrices de veterinarios o profesional sanitario.
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Procurar siempre el mayor bien a animales y humanos. Siempre aconsejando, nunca imponiendo.